no quise ver la llegada del ocaso,
la mañana sin aurora
que presagiaba el tránsito.
Hoy tengo luz,
un sol frío e implacable
que ilumina mi llanto y
seca, indiferente, el pálpito
sangrante que me arranca,
con firme paso,
el dulce, inocente
temblor
que sacudía mi ánimo.
invierno, 1998
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