27/3/10

Tú te lo pierdes


(* El poeta, arrepentido, habla con su amada a la que dirigió el reproche que encabeza estos versos cuando ella le dio calabazas.)

Y yo me pierdo la sonrisa del descanso,
la dulce imprecisión de tu mirada,
la impecable factura de tu pelo
que, encrespado, manejas a tu antojo con tu traba.

Traba, hilazón, torpe cadena
con la que condenamos la pasión arrebatada
que huye de las puertas y las trampas.

Me perderé tu traje, tu palabra,
me perderé en tu sangre con mi espada
que atraviesa nervios, pólipos y arañas,
tejedoras de la nada.

No hay lugar para el débito
que enmarca la tibieza –aquel viejo calor-
cuando el deseo no llama.

Me pierdo tu alimento,
la doméstica asechanza que nos tienta.
Me pierdo tus secretos,
los incógnitos espacios en los que andas.

No perderé nunca la magia
que imprecisa unió lo que se acaba.
Estás ahí y no importa
que el rostro vuelvas, terca ilusión,
hacia el mañana.
primavera, 1998

1 comentario: